miércoles, 18 de noviembre de 2009

"Yemas"


Una de las cosas buenas que tiene la poesia, es que se puede interpretar de muchas formas distintas.

Tengo ganas de leerte,
con mis ojos.
Untando con saliva las yemas de mis dedos,
para ir pasandote,
página a página.

Decidme que os sugiere esta.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¡Acelera, pero frena!

El domingo hizo un dia perfecto para disfrutar de la naturaleza...





...de los caballos (de potencia)...de las vacas (de cuyo cuero están fabricados los monos)...de la hierba(de la que precisamentente no disfruté, en una salida de pista)...
en fin, un pellizquito de cosas buenas que de vez en cuando no vienen mal.

...y eso para l@s incredul@s!!

jueves, 5 de noviembre de 2009

La verdadera felicidad.



Cuando mi hijo mayor tenia tres meses, le extirparon un tumor maligno en un proceso lleno de miedos, de angustia pero sobre todas las cosas, de esperanza.
A partir de ese momento, controles y revisiones.
Primero cada tres meses, despues cada seis, y a partir de los cuatro años, cada año.
Ayer le tocaba el control de los seis años, y al terminar, recibimos la mejor noticia que nos podrian dar.
"En unos días, recibireis una carta con el alta medica"
Sabeis que normalmente envuelvo las cosas que cuento en adornos poeticos o prosaicos.
En esta ocasión he prescindido de los adornos.
Las mejores palabras que podian describir nuestra felicidad son las que simple y llanamente dicen los echos tal y como son.
Y las he querido compartir con vosotros.
Con todo el mundo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Soledad.


Se sentó a un lado del camino. Sobre una piedra polvorienta de la cuneta que le había acompañado durante cada uno de sus pasos desde que comenzó su andadura. Hacia esa equis marcada en el mapa.
Pero se había cansado de andar.
De mirar a su alrededor, y no ver otra cosa que horizonte, que salidas y puestas de sol, que nubes blancas, nubes grises, nubes anaranjadas, que cielos azules, y cielos negros, que lunas que salen, y se ponen, que crecen y menguan, que se ocultan.
Se había cansado de acostumbrarse a lo que le rodeaba, de haber convertido en cotidiano lo extraordinario, en simple lo complicado, en pragmático lo mágico.
Una mosca voló hasta posarse en su rodilla.
La miró con un cierto sentimiento de sorpresa, era el primer ser vivo con el que se cruzaba desde hacia mucho tiempo ya.
Miró hacia su rodilla fijamente, y con un movimiento lento, casi imperceptible, colocó su mano detrás del diminuto animal.
Extendió y juntó los dedos, y con un rapidísimo movimiento, la atrapó.
Con delicadeza, consiguió asir al insecto entre sus dedos índice y pulgar, y lo acercó a su cara.
Podía ver sus enormes ojos rojos en su minúscula cabeza, podía notar como sus patas se movían ansiosas intentando escapar, podía pensar en lo que sentiría ese ser, ahí atrapado entre sus dedos, a su merced, sabiendo que tenia la potestad de poder acabar con su vida o darle la libertad.
Se sintió con poder, con el máximo poder del que se podría disponer. Tener en sus manos una vida, y hacer con ella lo que le placiese.
Miró de nuevo al insecto.
Pensó que le estaría agradecido si en ese momento abriese sus dedos y le dejase continuar con su vida.
Pensó que seria un gran acto de generosidad el dejar de ejercer presión sobre ese cuerpo.
Pensó que nadie tiene el derecho de acabar con otra vida sin ningún motivo; mas aún, pensó que no hay ningún motivo para acabar con una vida.
Casi podía sentir la sensación de alivio de la mosca. Creía poder percibir la alegría del animal, de saberse libre de nuevo, de pensar que todo había sido una mala experiencia que estaba a punto de terminar.
El Hombre miró los enormes ojos de la mosca de nuevo.
La mosca miró el enorme rostro que se enfrentaba a ella, y en ese instante sintió la presión de dos enormes dedos que acababan con su vida.
La soledad había ganado la batalla.