martes, 15 de septiembre de 2009

¿Cuantos pasos me quedan...?

Hace unos días, estuve en Granada con unos amigos.
Era un viaje que teníamos programado desde hacia tiempo, y el itinerario estaba escrito en la agenda, una cosa tras otra.
El caso es que, la última mañana, habiamos planeado ir a visitar la catedral y la tumba de los reyes católicos. Y justo antes de poner rumbo a la capital, uno de los componentes del grupo le pregunto a una chica encantadora, en cuya casa nos hospedabamos, que si quedaba muy lejos la fosa en la que se supone están los restos de Federico Garcia Lorca. Ella dijo que nos pillaba de camino, y que si queríamos, nos podíamos desviar para verla. No serian mas de 10 minutos, o un cuarto de hora, con lo que nuestros planes, no se verían muy alterados.

Así lo hicimos.

Al momento estábamos parando el coche a la orilla de la carretera para comenzar a caminar por una senda que nos guiaba a través de los pinos.

Y a medida que iba caminando, una sensación de angustia me invadía.

Una carga pesadisima se iba instalando en mi alma con cada paso que daba.

Cada paso...

...cada paso...

...era mas difícil, mas amargo, mas denso, mas triste que el anterior.

Cada paso que me acercaba al lugar pesaba mas, y se hacia mas lento en mi cabeza.

Cada paso me transportaba a otros pasos, que dieron otras personas, hace ya años de esto.

En cada paso que daba, solamente había una pregunta. Una pregunta que se repetia en cada uno de esos pasos que tambien se dieron hace años, dirigiendose hacia el sitio al que me dirigia yo en ese momento.

Maldita pregunta.

Insistente.

Macabra.

Absurda.

Terrorifica.




¿Cuantos pasos de vida me quedan...?




Esa pregunta se instaló en mi tristeza...


... y la respuesta, la encontré unos segundos mas tarde.






Entre los árboles, en un hueco del bosque, en el silencio que gritaba tan fuerte que no te dejaba hablar.

Que me decía a voces lo miserable que puede llegar a ser el ser humano.

La mezquindad absoluta de tener en tus manos la vida de otra persona, y poder arrebatársela en el paso que decidas.

Condenados a muerte por el simple hecho de utilizar tinta en una pluma, en lugar de balas en una escopeta.


Allí estaba...en silencio.


Solo silencio, y palabras escritas.



Así estuvimos también nosotros, sin hablar, sin abrir la boca, solamente respirando el aire pesado que cargábamos a nuestras espaldas, y que convertía los segundos en graves campanadas que sacudían nuestros corazones.

Lentamente, deshicimos el camino, y volvimos al coche.

Cuando miramos el reloj, había pasado ya una hora y media, y las únicas que hablaron, fueron nuestras lágrimas.

La catedral de Granada, tendrá que esperarnos para otra ocasión.

4 comentarios:

Granito dijo...

También estuvé alli hace unos años, no había flores, ni textos, sólo el monolito recordatorio. Y me sobrecogio igual, al menos me consoló que no está nada mal el parque que han hecho alrededor, sobrio y hermoso a la vez. Contrasta mucho esta entrada con la anterior, pero por gracia o por desgracia no son imcompatibles, es la vida en su máximo esplendor y la muerte en su más cruda versión. Y en fin, mejor dejo de decir obviedades. Te sigo Churricos, un saludo.

Dyhego dijo...

Sin palabras.

Rosna dijo...

Un relato teñido de sobriedad y un merecido homenaje , que la memoria nunca nos falle , su paseo no fue en vano . Y repito ... pueden quitarnos la vida ...pero jamás matarán las ideas .
Un abrazo desde la isla
Rosna

churricos dijo...

Granito.
El parque en el que estuviste, era el que , hasta hace poco tiempo se creia fué el lugar donde asesinaron a Lorca. Recientemente se ha sabido, que no fué ese lugar exactamante. El sitio donde creen que están sus restos, esta mas arriba, en el monte. De hecho, en octubre, se dice que van a abrir la fosa para comprobar si. realmente es el lugar. De un modo u otro, es cierto que es sobrecogedor. Muy pocas veces en mi vida he respirado una atmosfera tan cargada de angustia. Tan cruda. El hecho de haber estado allí, seguro que te hace comprenderme mejor.
Gracias

Amiga de los arrecifes.
Afortunadamente, nosotros podemos elegir por donde hechar nuestros pasos. Por suerte estamos "en este tiempo, y en este lugar"
Un saludo desde tierra firme.

Dyhego.
Sin nuestras palabras...
..con todas las suyas.
saludos.

Rosna.
Tú lo has dicho. Que la memoria nunca nos falle. Pero, en este caso, este paseo, creo que si fué en vano. Por eso tuve tanta rabia, y tanta angustia. Y la sigo teniendo cada vez que recuerdo el momento.
Un abrazo desde las tardes, cada vez mas cortas.