miércoles, 10 de junio de 2009

La puerta


Era de día. Estábamos en una sala, de una casa antigua.
La habitación era grande, con una mesa redonda, enorme, enfrente del sillón en el que me encontraba.
Al otro lado de la mesa, delante de un amplio ventanal semicuberto con dos pesadas cortinas había un sofá, también de tamaño superior. A mi izquierda, apoyado contra la pared, otro sofá de dimensiones similares. Tapizado en cuero marrón, de un estilo antiguo, envejecido por el uso.
El techo alto, tenia en su contacto con las paredes una vistosa moldura de escayola que simulaba rizos de olas de mar
Y en la parte derecha de mi sillón, una enorme puerta de dos hojas, de madera ennegrecida y cristales traslucidos.
La hoja de la izquierda se encontraba abierta.
En la sala, distribuidas en los sofás, había varias personas.
En el sofá que tenia enfrente, dos chicas jóvenes, una a cada lado y en el centro un muchacho joven, de aspecto anodino. Las chicas eran rubias y sus cabellos lisos caían sobre sus espaldas.
El muchacho llevaba unas gafas con la montura de pasta negra.
En el sofá de mi izquierda, solo una señora. Madura, de buen ver, elegante, que inspiraba confianza.
Aunque todos hablaban, yo no los podía escuchar.
Me encontraba sentado en mi sillón, consciente de que todo lo que veía era producto de mi mente.
Sabia que estaba soñando, y disfrutaba con ello.
Tenia la suerte de encontrarme en uno de esos sueños en los que eres consciente de tu subconsciente. Con lo cual, todo podía ser posible, y mi percepción estaba alerta para disfrutar de todo lo que pudiese venir.
Fue en ese momento cuando, mirando a la chica del extremo izquierdo del sofá de enfrente, pude ver una expresión de miedo en su rostro.
Lo veía como a cámara lenta. Como giraba su cabeza y miraba aterrada hacia la puerta que se encontraba a su izquierda (mi derecha).
Entonces pude ver como se movían sus labios. Gritaban algo que yo no podía oír, pero lo que decía, alteraba al resto de los integrantes de la sala. Repetía siempre las mismas palabras en su boca, y esas palabras, a mi parecer, contagiaban de miedo a los demás.
A todos, excepto a mi.
Yo seguía sentado en mi sillón, disfrutando de una película en la que era uno mas de los personajes, pero con la ventaja de saber que no era real.
La chica se levanto del sofá, al tiempo que tropezaba con las piernas del muchacho que se sentaba a su lado y los dos caían sobre la otra joven.
La señora del sofá de mi izquierda, se encontraba petrificada, inmóvil, solo una mirada de espanto en su rostro delataba que no se podía mover.
Y fue entonces cuando, poco a poco, pude oír lo que salia de la voz de la muchacha.
primer como un eco, lejano; y paulatinamente iba aumentando de intensidad...la puerta...la puerta...la puerta...la puerta...!!

Instintivamente, giré la cabeza a mi derecha y pude ver como, desde detrás de la puerta, aparecía una figura de mujer. Mayor, con el pelo blanco, desgarbado cayendo sobre sus hombros, vistiendo una especie de camisón blanco hasta los pies.
Su rostro era la imagen de la desesperación; La imagen de lo terrorificamente oscuro. La imagen de las cosas que me asustaban. Por un momento me sentí inquieto, pero recobré la calma al instante, al recordar que todo eso era un sueño. Un sueño en mi consciente, y en que el desenlace podía, y debía de ser inesperado.
La presencia no caminaba.Flotaba desde la puerta abierta. Pasó entre el sofá que habia enfrente y la mesa redonda, aterrorizado a su paso a los que se encontraban tirados en él y giró a su izquierda pasando por delante da la señora que se encontraba con la mirada petrificada por el terror.
Podía ver como se acercaba a mí. Podía ver como avanzaba hacia mi sillón, y pude ver como se paraba justo enfrente mio. La podía mirar a la cara y ver su pelo gris, sus ojos hundidos, sus facciones duras, su mirada perdida y su boca moviéndose en palabras que mis oídos no escuchaban.
Entonces, poco a poco, alargó su brazo derecho al tiempo que me señalaba con su dedo índice. Cada vez mas cerca. Cada vez mas.
Yo, relajado, saboreando el instante, sabiendo que todo eso estaba en mi mente, levanté mi brazo derecho también y señalé su dedo índice con el mio. Una sonrisa se dibujaba en mi cara al tiempo que acercaba mi dedo al suyo con la seguridad de que no iba a poder tocar algo que no existía. Con la certeza de que en ese momento iba a despertar.
Pero esa sonrisa se borró de mi rostro súbitamente al sentir el tacto de su dedo en el mio.
El tacto de una piel fría como el hielo.
Y se borró mas aún al escuchar de golpe su voz.
Su voz seca y pesada.
Lo que hasta ahora no había podido oír.
Solo una palabra.
Solo un monosílabo.
Solo dos miseras letras que generaron en mi cuerpo todo el miedo del universo.

En ese momento, abrí los ojos, empapado en sudor, en mi cama, temblando.

Aún persistía en mi cabeza esa palabra.
Esa pesada piedra que me aplastaba.
Esa simpleza a primera vista,pero tan complicada para mí.
Ese eco que no dejaba de sonar en mi cabeza una y otra vez.
Una y otra vez.
Haciéndome sentir indefenso.
Como un niño asustado.

Esa voz, repitiéndome...


...¡TU!

3 comentarios:

maite mangas dijo...

¡Qué buen relato Churricos!, he leido libros de relatos que no tienen el ritmo y la fuerza de este.
Un saludo medio aterrorizado.

Dyhego dijo...

¡Vaya, vaya! Yo que presumo de dormir como un oso no voy a pegar ojo esta noche con la dichosa puerta.
La puerta es una frontera que nos conduce a lo desconocido. Es tan fácil com abrirla y pasar. Por eso da tanto miedo, porque no sabemos lo que hay al otro lado. Y por eso mismo nos parece tan atractiva. Pero lo que hay al otro lado, al principio no nos da miedo, pero conforme se acerca... eso es otra cosa...
Un saludo lleno de miedo.

churricos dijo...

No os asusteis, solo era un sueño y, a nuestra edad, los fantasmas ya no nos tienen que asustar...
...o si?

Un saludo.